crisalida

Desde que escalé una parte de Crisálida, pasados unos días, vagué desorientado como un pescador que se echa a la mar en su pequeña embarcación y es atrapado por una tormenta. Una vez pasó, desperté en una balsa de aceite, el mar brillaba como nunca, su color opaco y yermo sólo reflejaba una figura desenfocada cada vez que me asomaba a las profundidades de estas aguas. He perdido aparejos de pesca, remos, agua y víveres. Creo que tampoco me habrían servido de nada.

Una desgarradora canción de Lisabö con un título muy elocuente no paraba de sonar en mí cabeza.
“Gorputzak Gastatzen dira. Ideiak gastatzen dira. Hitzak gastatzen dira. Oroimenak gastatzen dira. Koloreak isiltzen dira.
Zure nahiak mahai gainean barreiatzen dira.
Eusten dute gorputzek. Zirgil egiten dute ideiek. Itotzen dira hitzak. Okertzen dira oroimenak. Galtzen dira sentimenduak.
Ametsak beldurrerantz labaintzen dira astiro: Eta nik denbora osoan maite zaitut.”
Siempre he temido compartir mis escaladas, remontarme a los orígenes de aquel niño que comenzó a escalar para huir del horror. Tendría 5 años, cuando encaramado a las peñas de Lamíndano, mí hermano con 7 ya aseguraba a mano aquella cuerda atada a mi cintura. Con los años aprendí que aquella cuerda no hubiera valido para nada. No había seguro alguno, solo la certeza de que de alguna manera la paz nos hacía mucho bien.

El alpinista no es un artista cualquiera, existen grandes similitudes con todos aquellos que desgarran su alma hasta tal punto que, la incomprensión, el miedo, el punto y final de una obra pueden abocar a su locura y a su exterminio. Cuando compartes una obra y esta vuela por fin libre, los sentimientos son contrapuestos que no por ello negativos.
Una madre yerma, de avanzada edad, ve partir a su hijo que ya es un hombre. Volverá con la vida en un bolsillo y una parte de su corazón en el otro.

Tuve claro, nada más despertar a la mañana siguiente, quién salió volando de aquella crisálida. Es ese amor verdadero que tanto anhelamos, aquel que tanto soñamos y a menudo unos afortunados encontramos. Aquel que nos quema con el mejor abrazo que puedas recordar pero que eres incapaz de mantener eternamente vivo.
Como apunta la reseña de Crisálida, debemos buscarla tras nevadas húmedas o nieve humedecida por la lluvia que luego se hiele en esa nevera.

La semana pasada ocurrió (vivo aquí y esto ocurre muy pocas veces, casi nunca ), para muchos era la hecatombe, se acababa el invierno en el Pirineo. Llovió a mares y una fina capa de nieve remato el desastre mientras brillaba esa nieve escarchada en una noche estrellada.
“Pues vamos a acabarlo como se merece“, pensé.

El domingo subí guiando los 2 primeros largos de Crisálida, no podía parar de aullar en la aproximación. Subía como un cachorro, me adelantaba, volvía…empujaba a la manada, y cuando la espera se hacía larga ante la llegada de la cordada, aullaba a la mañana.
La nieve estaba helada y por fin se dibujaba la otra ala de la crisálida. Podría sumar que las últimas escaladas me habían puesto a punto físicamente y liberado emocionalmente.

Se acercaba la luna de lobo ( luna llena del 25/01/2024).

Hablamos de la cicatriz que divide la pared prácticamente en 2. Una línea evidente pero a su vez expuesta que va ganado en verticalidad a cada metro. El embudo de abajo te pone los pelos de punta, canaliza cualquier objeto que caiga de todo el frente occidental. Recomendaría escalar primero esta última ala antes de acometer la otra. Siempre es mejor no saber lo que tienes por encima… aunque considero que por dificultad la secuencia lógica quizá sea a la inversa.

El pasado lunes fue un día raro, saqué del armario la bata del colegio que aún conservo de la infancia y recordé como me solía escapar al bosque durante el recreo, mientras mis compañeros jugaban al fútbol o se tiraban piedras entre ellos. Solía estar solo. Una vez me tiraron una de esas piedras mientras volvía y me abrieron la cabeza, nunca entendí el porqué. Quizás porque eran niños, pero nunca lo entendí, yo no lo hubiera hecho.

Este pasado lunes, hice varias llamadas, mande varios mensajes, el recuerdo de aquella bata ensangrentada me ahogaba. Traté de evitar a toda costa el destino. No funcionó, volvía a estar solo. Finalmente me encerré en la habitación de los trastos y comencé a preparar la mochila.

Traté de no alterar el orden en casa hasta que no me quedó otra salida que compartir con Bea, Otal y Lola la cruda realidad, me esperaba una cita que llevaba eludiendo tiempo atrás. Sin su respeto y apoyo todo esto no sería posible. Soy consciente de la incertidumbre que les traslado.

Me levanté casi sin dormir a las 4 de la mañana, el ritual del desayuno estuvo a la altura del momento, me tome mí tiempo. Sabía que la paz se ausentaría durante el resto del día. Conduje hasta la cabaña y estuve casi 1 hora reflexionando y tratando de buscar cualquier excusa para volver a casa, no era capaz ni de ponerme la polainas del tembleque. La temperatura ambiente y la subida de prevista durante el día, hubieran sido suficientes argumentos.

“Probaré” me dije… a las 6 am di el primer paso. Mi tobillo herido se quedó en el coche un rato.
Tropecé varias veces, la mochila pesaba mucho y no acertaba con los paños de hierba de otros días. Pronto apareció la nieve, estaba helada, muy helada. Puse crampones. Gané confianza. A pesar del bulto subí como un tiro hasta casi el nicho. Probaré, me decía.

De repente aparecieron 3 luces al fondo del valle, corrían como demonios y dibujaban extrañas espirales. Se comieron el valle es un santiamén. ¿Qué es eso?, pensé. Parecía surrealista. Se paran, tiran hacia Tendeñera, erran el camino, luego vuelven. Una jauría de lobos rabiosos pensé. Por fin su paso se acompasó… No estoy solo.

Abandoné la chaqueta de abrigo, con un chaleco de plumas sería suficiente para pasar un posible vivac, me equipé y comencé a escalar. 10 pitones, 2 juegos de Friends, fisureros, numerosas cintas, una joker de 50m y un kevlar de 46m ( no daba para rapelar Crisálida ), algo de comida y 1 litro de agua acompañaban a mi soloist en la mochila.

La pared purgaba pétalos de hielo. Escalé en solo integral el hombro del corredor, la pared daba la bienvenida al amanecer. Me coloqué bajo el embudo del primer largo allá donde nace la espina dorsal de la Crisálida. Monte reunión y ralentice el ritmo. No me enchufé a la cuerda hasta que apareció la primera persona. Identificados ( Carlos, Nacho y Kike de Jaca, no los conocía) ofrecí que alguno se apiadará de mí pero no ocurrió, a estas alturas una cordada no se separa así como así. No había tiempo que perder, las condiciones de la pared amenazaban nuestra intrusión.

Dudé en escalar el primer largo sin cuerda pero estaba acojonado. Pase el estrechamiento de 80 en nieve helada y progresé al aplomo de un muro vertical, monté reunión apurando cuerda. Este largo, en un invierno normal, desaparece tapado por la nieve.

Para quién no entienda en la materia, la pared en solitario se escala 2 veces hay que bajar a recuperar la punta de cuerda fijada. Recuperé el largo y comencé a escalar uno de los mejores largos de nieve escarchada que haya escalado jamás. Unos platos de nieve helada suspendidos sobre patas inconsistentes de nieve húmeda sustentados por paredes frágiles heladas adornaban una placa de roca vertical 90 grados, tras 15 metros bajaba a 85 grados AI5+ X, amenazaba con derrumbe pues corría algo de agua. Ningún seguro. Por fin pude empezar a poner algún friend y la nieve mejoraba algo en tracción, monté reunión a 50 m. Recuperé el largo acojonado. Comenzaban a caer cosas.

El siguiente largo me quitaría de en medio del circo bajo la pared W. Lo escalé muy rápido M5/80 grados, otros 50 m hasta el aplomo de una goulotte vertical. La protección era peor que en Crisálida. Había que clavar más. Los dos siguientes largos asustan desde la reunión. Tenía la esperanza de que si algo me pasaba la cordada de la otra vertiente del espolón acudiría en mí ayuda. En esta pared no hay cobertura… No los oía…y ¿si se habían ido?…

La nieve estaría hueca sobre los dos primeros largos de su vía. Escalé vertical 90 grados hasta un bombo M7 protegible con el tótem azul pero la fisura estaba verglaseada, mis puntas no agarraban nada en la pared lisa. Puse un pitón y escalé el bombo M7 salida 95 grados. Continué por una extenuante goulotte a 85 grados con pasos aleatorios de M6 hasta apurar cuerda. Recuperé el largo, jumarear con la dinámica y la mochila era un suplicio, a ratos era mejor tratar de medio escalar, los brazos avisaban mientras yo jadeaba. La goulotte seguía otros 15 metros hasta cegarse en un desplomillo por lo que la abandoné a derecha tras 5 metros M6+ para escalar a 80 grados hasta asomarme a la pared W.

Mi idea era escalar la chimenea de salida a cima a la derecha de Crisálida pero en la cercanía trate de buscar una alternativa… se veía too much.

Agazapado sobre el filo la pared W esta resultaba morir en un filo de navaja, llegar a la pared muy expo y tratar de ganar la canal central ,¿para qué? Era hojaldre puro, una escombrera vaya. Por allí no había futuro. Proseguí el largo hasta adentrarme en otra goulotte vertical a 85 grados M6 que me dejaba a mitad de altura del muro negro y compacto que defendía mi anhelada salida. 50 m reunión de 2 pitones. Llegué con las manos y brazos acalambrados.

Debía beber y comer. Así lo hice. Recuperé el largo y por fin cuando llegaba a la Reunión vi a la otra cordada bajo el largo duro de su vía. Le pedí una foto y que tuvieran cuidado con los bloques encastrados de ese largo. Podían caer hacía mí. Joder ya vale… pensé, estaba muy tensionado.

Traté de escalar a derecha para ganar mí posible salida pero ni tenía knifeblades ni birdpeks. Solo un gancho. Era un largo a abrir en artificial, los extraplanos no eran suficientemente finos y carecía de dicho material.

Seguí escalando más despacio y algo recuperado pero lentamente a 80 grados M6 hasta colocarme a la misma altura que la R 9 de Crisálida pero a unos 30m a la derecha. Una chimenea algo descompuesta M5+ me situó a escasos 8 metros de la última reunión de Crisálida. Me descolgué del último bolt de este largo y escalé el paso que me quedó por liberar el día 13.

Coincido con la cordada en decotar a M8 el largo. En top rope lo veo más humano (ahora de mi arnés solo cuelgan 2 pitones y 3 friends). Escaló hasta la reunión, ¡que pasos más bonitos! Llego justo cuando Carlos baja desde la cima. 50 metros para este último largo. Los demás van bajando. Fijo mí cuerda y les pido que no la suelten hasta que me haya conectado a la R9 de Crisálida tras recuperar mí largo. Me esperan un rato ¡Muchas gracias!

Se hace de noche. Bajo arropado con ellos por la línea de rapeles mientras les guío y me dejo guiar por terreno conocido, somos cordada. Todo acaba con una cerveza y una tabla de quesos a las 21hr en Torla. ¡Qué grande es la montaña!

Pero todo no acaba en esa cerveza.

Hoy luna llena de lobo, he vuelto a aquella cabaña, mi hogar. Me acurruqué en su suelo hace tantos y tantos años… la paleta de colores se extiende hasta el firmamento, los pétalos helados que caen de la pared se entremezclan con el polen que desprende la mariposa. Aletea, se prepara mientras una sinfonía acompasada y casi imperceptible se proyecta desde la pared al valle, ¡que espectáculo! En la cima de crisálida hay dos lunas, aquellas lunas que han acompañado desde sus orígenes a este niño que habita en mí interior .

De la Crisálida por fin han emergido sus dos alas.

Una luna está llena y aunque a la otra parece faltarle un pedacito, ¿qué sería de nosotros sin esos sueños imperfectos?

No sé si algún día escalaré ese largo y medio que completará la otra luna.

Solo sé, en la soledad del valle, en esta maravillosa luz que hoy proyectan estas 2 almas gemelas, que puedo entender la necesidad de la una y otra. Me siento afortunado porque todo cobra sentido para mí y quiero creer que el destino me ha protegido estos años para ello.

Llámense Crisálida. La historia de 2 caminos que se encuentran.